Pizza siciliana
En la segunda etapa viajamos desde Serpa, pasando por Beja, Aljustrel y Castro Verde, para acabar la jornada en Almodovar. El recorrido fue de 110 km, tiempo en movimiento 5:20, para una media de 20,7 km/h.
Después de desayunar en Residencial Beatriz nos hacemos una foto en las escaleras de la contígua Iglesia de S. Salvador, callejeamos por Serpa hasta dar con la salida para la carretera hacia Beja, que en su primera parte contaba con un buen arcén para evitar el tráfico. Paramos en el puente que salva el Guadiana y hago fotos de la abandonada vía ferrea llamada Ramal de Moura (apeadero y puente).
Continuamos hacia Beja con viento frontal y cuando llegamos a la capital del Baixo Alentejo subimos por sus adoquinadas calles hasta el Castillo, en cuyos alrededores había un mercadillo. Después vamos hacie el centro comercial y en una popular cafetería degustamos algunos de sus afamados dulces.
Tras el avituallamiento volvemos a la lucha contra el viento. Al poco de dejar Beja encontramos el cartel de las ruinas romanas de Pissões, pero desistimos visitarlas cuando vemos que el trayecto es por tierra y si la distancia será poca o mucha. Durante muchos kilómetros la ruta se ciñe al esfuerzo contra el viento, hasta que me llega un momento de crísis, física y mental, levanto el pie, subo un piñón y pierdo rueda con mis compañeros, que siguen machacando inclementemente los pedales. Necesito poner un poco de pausa, aminorar la marcha, pedalear más lentamente. Creo que el cicloturismo debe acercarse a conceptos como devagar o al movimiento slow y dejar de lado su componente más deportivo.
Ligeros chubascos camino de Aljustrel, donde llegamos a la hora de comer y decidimos parar en el supermercado Intermarché, en cuyo bar almorzamos.
La ruta continúa después hacia el S y el viento pasa a entrarnos d de costado. Cuando alcanzamos Castro Verde paramos a tomar un cafe y a la salida del pueblo visitamos el interesante Museo da Lucerna.
A media tarde llegamos por fin a Almodôvar, con la desagradable sorpresa que no había reserva en el hotel Serafim, en contra de lo esperado. Entonces la señora que atiende la recepción nos ofrece una alternativa, no se si con la intención de ayudarnos o por afán acaparador, y nos lleva hasta un apartamento sucio y destartalado, que no nos convencen. Buscamos otras alternativas de alojamiento y tenemos éxito con una pregunta que JT le hace una chica, sus indicaciones nos llevan a los apartamentos turísticos Camões, muy amplios y limpios, y allí nos quedamos.
La cena en O Forno no defraufó y enzalzamos el vino tinto alentejano (Monte das Servas) y las sabrosas pizzas (siciliana y hawaiana).
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