01 mayo 2020

CASA DEL OLIVO - Carlos Castilla del Pino



Autobiografía (1949-2003)
TIEMPO DE MEMORIA TUSQUETS EDITORES (2004)
Ocho años después de la publicación de PRETÉRITO IMPERFECTO, el primer volumen de su autobiografía, esta segunda parte se inicia en Córdoba, en 1949, donde el autor se hace cargo del Dispensario de Psiquiatría, en una ciudad que es reflejo de lo era una capital de provincia en la España gris e inmóvil de la postguerra. Castilla del Pino se enfrenta a la realización de su proyecto vital, profesional e intelectual en plena dictadura franquista, con la que pronto entra en conflicto. El relato, siempre minucioso, de sus experiencias con los pacientes, de sus viajes, de sus contactos con la oposición política al régimen, de sus relaciones con el mundo intelectual y con la psiquiatría oficial, sus infructuosos intentos como opositor a la cátedra de Psiquiatría, traza un vigoroso retrato de los últimos cincuenta años de la historia de nuestro país.

El ejemplar que he leído pertenece a Manuel Mendoza, gracias amigo por la recomendación y por el préstamo.


Manuel subrayó y anotó el libro cuando lo leyó y eso me agradaba cuando lo leía. Por mi parte fui anotando párrafos que me parecían de mayor interés; a continuación transcribo algunos fragmentos:

pag. 165
Si en mi adolescencia y durante mis estudios en Madrid mi oposición a la dictadura brotaba de la carencia de libertades, del hecho de que nos gobernasen los peores y más cínicos, ahora se trataba de algo más: su responsabilidad en el sufrimiento y miserabilización de todos esos seres a los que yo veía a diario, en muchos de los cuales, pese a las condiciones de vida, hallaba sensibilidad, compasión y solidaridad con los demás.
...Fueron las barriadas pobres de Córdoba las que se metieron por los ojos en el dispensario. Por eso, cuando en una reunión los directores de dispensarios, alguien propuso que sólo se atendieran enfermos que aportasen "certificado de pobreza", para evitar que se infiltrase alguno de "debiera ir la consulta privada, me negué a suscribir esas medidas. ¿Qué más certificado de pobreza que el que delataban sus rostros sin que nadie se lo expidiera?

pag. 168 (De cuando en 1956 impartió conferencia de introducción al psicoanálisis en el seminario)
Los seminaristas que serían ordenados sacerdotes en los meses siguientes sí estaban muy interesados y hasta entusiasmados. Algunos de estos curillas, luego párrocos en iglesias de Córdoba, se quedaban perplejos al conocerme. Su imagen de los no creyentes era tan primitiva y sectaria que un comportamiento de elemental educación y tolerancia les desconcertaba.

Conversación con un cura, al que fue a buscar para que administrase los últimos sacramentos y al que ayudó con la jarra y el hisopo:
"Don Carlos, perdone usted, quiero hacerle una pregunta, porque es que entiendo, la verdad, es que no lo entiendo". "¿De qué se trata?", le pregunté. "Bueno, yo sé que usted no es creyente, que es lo que se llama -perdone, porque no quiero molestarle- un ateo; y sin embargo viene a por mí para que administre los sacramentos, y además me ayuda... Eso es lo que no entiendo". Inútil explicarle. Para que entendiera de una vez le dije: "Mire usted, don Casimiro, si hubieran sido judíos, hubiera ido a por un rabino".

pag. 170
En cualquier caso, la conducta es el resultado de la conjunción de factores biológicos, psicológicos y sociales.

pag. 173
No la definiría como un conocimiento de la realidad, sino de la vida, del vivir, de las infinitas maneras en que el ser humano le construyen, y se construye, su propia biografía. La vida es más poderosa que la imaginación y hasta diría que, en ocasiones, puede parecer inverosímil.

pag. 287
...la relación con mis hijos empeoró, se volvió tensa y difícil. No fui capaz de dejarlos suficientemente a su aire y traté de imponerles mis fines y mis métodos, como si fueran indiscutible mente los únicos y los mejores. Se rompió la comunicación entre ellos y yo en aquello que más me importaba: sus estudios. En mis silencios debían de imaginar censura (no siempre era así, claro está, pero es cierto que no sabía cómo decirles lo que quería transmitirles) y sus inhibiciones ante mí tenían la adecuada correspondencia.

pag. 337
...a superar sus prejuicios y a aceptar la complejidad moral de los seres humanos, y la necesidad de respetarlos.

pag. 441
Tras su detención, mi hijo Carlos, como he dicho, experimentó una refracción total en lo que había sido su trayecto vital. Se desvió hacia otros objetivos, imprecisos, de los que apenas habló a Encar (su madre)y nada a mí. Fue algo así como una "des-moralización" que el condujo por esa senda del malditismo tan propia de muchos jóvenes de la burguesía de aquellos años, a una actitud nihilista y desesperada. 
...Fuera por lo que fuera, su crisis desencadenó la pérdida de lo que había sido su norte, y el rechazo visceral a la política y a su proyecto concreto de futuro. El alcohol, el tabaco de manera compulsiva y la droga lo sustituyeron.
...Impotente, pues, me invadió una especie de resignación que se tradujo en una manifiestamente egoísta alejamiento de la vida familiar y la huida hacia el ámbito donde experimentaba el único goce: las clases y los seminarios, la consulta, las conferencias, la lectura y la escritura. Yo no iba hacia mis hijos; tampoco ellos venían a mí. El grupo familiar entró en un proceso de descomposición progresivo.

En 1978 fallece el primero de sus siete hijos cuando su hija María se suicida.

pag. 444
...me sirvió para controlar la expresión de mis sentimientos y poder proseguir con mis obligaciones.
...siempre sostuve la tesis de que había de construir un comportamiento estanco para la intimidad: una cosa era lo que yo sentía, y cómo evolucionaba mi duelo; otra, las tareas a las que me debía, y que no podía, ni debía, interrumpir.
...En casa, yo no podía darle la compañía que hubiera requerido, porque nuestra distancia era muy marcada, y la comunicación, restringida a "asuntos" concretos de la intendencia doméstica. Cuando volvía a casa, en un tácito acuerdo con Encar de no tocar lo "ocurrido", el silenci entre los dos se espesaba hasta lo insoportable.
...El trabajo era lo único que me ayudaba a evadirme del dolor.

En su diario personal escribió:
...tengo que redactar el capítulo de la pena y la melancolía para la Psiquiatría, lo hago tratando de convertir la pena en objeto, como si la pena se saliese de mí y yo pudiera verla tal como es.
...Cuando dejo de escribir en estas páginas, siento como si hubiera triunfado por haber conseguido que lo pasado con María no me lo impida; es más como si la muerte de María me sirviese para garantizar la objetividad del análisis. 
Del Tagebuch, 30 de junio de 1978
1985. Accidente de tráfico mortal de su hijo Álvaro.
1986. Muerte de Carlos, el primogénito, por SIDA.
Tras su muerte, la de Gonzalo, el penúltimo de mis hijos. Casi al mismo tiempo que supimos de la enfermedad de Carlos, el propio Gonzalo, ya entregado a la heroína dest unos años antes, nos comunicó que estaba infectado.
pág. 450
... María Fernanda, la segunda de nuestros hijos,... Supimos que padecía un cáncer de colon, la misma enfermedad que su abuelo materno, que uno de sus tíos y alguno de sus primos...
...ingresó en la Clínica Puerta de Hierro y se le intervino, pero el proceso estaba ya muy avanzado...tras una aparente mejoría, falleció. Dejaba dos hijas, de doce y cuatro años.
...Alexa (la hija mayor)murió en Córdoba, también de cáncer de colon, en septiembre de 2003, a los diecisiete años.
pag. 451
Desde la muerte de María vivíamos sobrecogidos. Con una miserable periodicidad se sucedían las desgracias familiares. Aprendí a vivir la "disociación" entre sentir y expresar lo que se siente.* Aprendía a guardar dentro de mi la angustia y el sobrecogimiento que me atenazaban, y nadie se atrevió, a la vista de mi actitud, a romper la barrera del silencio que establecí en orno a ese ámbito de mi vida privada. *(los subrayados son míos)
...Uno tiene que "salir" por si mismo. Desde el primer momento reivindiqué el derecho a no sucumbir, a no dejarme aplastar pasivamente por la desgracia; el derecho, asimismo a seguir mi camino y a hacer lo que juzgo que tengo que hacer. Y aunque e la memoria acude muchas veces recuerdos de lo perdido, me defiendo de que estos me fustiguen y me paralicen en la miseria inutil. Con otras palabras: reivindico para mi mismo el derecho a buscar el resquicio por el cual salir de la desgracia y construirme un lugar donde ser feliz.

La lectura de esta segunda parte de las memorias de Castilla del Pino, escritas de manera densa, descarnada y amarga, nos ofrece el testimonio de una vida singular y de la época en que tuvo lugar. Para mi ha sido una lectura enriquecedora en muchos aspectos.

Su lucha por ser catedrático de psiquiatría atraviesa este volumen de principio a fin. Nunca alcanzó la cátedra porque el sistema de oposiciones vigente en España y la oposición de políticos, de médicos y psiquiatras afectos al régimen franquista y a la ideología nacional-católica, especialmente del maquinador López Ibor, se lo impidió en varias ocasiones. 

Relato minucioso de sus experiencias con los pacientes, de sus viajes, de sus contactos con la oposición política, especialmente con el Partido Comunista, en el que militó, y sus dirigentes(S. Carrillo, I. Gallego, D. Ibarruri), de sus relaciones con el mundo intelectual (Jesús Aguirre, Javier Pradera, Ramón Carande, Dámaso Alonso, Juan Benet, Ricardo Gullón, Gerald Brenan, Julio Caro Baroja,  Aranguren, José María Moreno Galván, José Luis Cano, Carmen Iglesias, Torrente Ballester, Laín,...)
De Luis Martín Santos, psiquiatra y escritor, fue amigo y compañero, aunque también competidor en algunas oposiciones, y sobre él escribe en la pag. 266 lo siguiente ...No dudaba de su amistad, pero temía que, llegado un determinado momento, me dejase en la estacada: me  refiero al asunto de la cátedra. Estas reservas, lo digo con sinceridad, empañaron mi amistad con él. Pero al  saberle muerto me invadió un sentimiento de indefensión y soledad. ¿Quién podría ser mi interlocutor en el orden psiquiátrico? ¿Con quién compartir mi situación?


También cuenta su participación en dos oasis de la izquierda intelectual como fueron Alianza Editorial, en su primera época (1966-1989) y de sus colaboraciones en la revista Triunfo, en su etapa como revisita política, que en dos décadas cruciales (años 60-70) encarnó las ideas y la cultura de la izquierda de España y fue símbolo de la resistencia intelectual al franquismo
Libros publicados por Alianza y Triunfo, a la que estuve suscrito, fueron claves en mi época de formación intelectual y política. 

En resumen, unas memorias escritas con sinceridad y pasión por una persona luchadora y entregada a su proyecto de vida pero que fue muy desgraciada en lo familiar.

Para saber más, crítica del libro en EL CULTURAL y una entrevista de gran interés en EL PAIS (NOV 2004)