8:00, comprando bolos de pasas y de limón en Mértola. Después vendrá el plan para acortar la "curva de la felicidad"
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Dejando Mértola |
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Recién llegados a Almodôvar |
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Homenaje al zapateiro, en Almodôvar, un pueblo en el que antaño hubo más de 50. |
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El Rio Mira nace aquí y desemboca en el Atlántico por Vila Nova de Milfontes |
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Serra de Mú ou de Caldeirao |
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Tormenta al N |
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En una de las cimas de la sierra, después de Malhao, antes de la bajada más larga y rápida de todo el viaje |
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Más claro por el S
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Salir, churraqueira Papagaio Dourado, cevejas e grelhados |
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Atardecer en Silves |
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la cervecita de antes de cenar |
En la mañana del sábado coincidimos en el desayuno los siete ciclistas que nos alojábamos en Residencial Beira Rio y supimos que la pareja de holandeses partía hacia Serpa. Nosotros salimos dirección W por la carretera N267 que se dirige a Almodôvar. Este tramo de más de 40 Km. es muy típico de la planicie alentejana, con largas rectas donde grandes eucaliptos dan sombra a ambos lados de la carretera y en una de ellas paramos para arreglar un pinchazo, único incidente de los tres días de ruta, pero con su monotonía y piso irregular se nos hizo largo y pesado alcanzar Almodôvar. En un bar tomamos café y los dulces que traíamos de Mértola, y al tipo que lo antedía le preguntamos como seguir para Curvatos. Le pareció la mejor opción para ir hacia el S y evitar la carretera principal con más tráfico. Atravesando la Serra de Mú o de Caldeirão de N a S fue donde sentí que programar esta ruta cicloturista había merecido la pena. El asfalto era bueno, el día se nublaba y así disminuía el calor, las piernas respondían y a relevos íbamos superando las montañas de perfil suave, disfrutando de un amplio paisaje y con cada pedalada conquistando las cimas. El recorrido nos llevó a pasar por varias aldeas, Curvatos, Fonte Ferrenhas, Éguas, en unas horas de domingo en la que estaban desiertas y sin local donde comer. El almuerzo tuvo que ser ya entrada la tarde y en Salir encontramos abierta la churrasqueira Papagaio Dourado, unas cervejas y tres grelhados tras más de 90 km. para recuperar fuerzas y volver a la carretera para seguir hacia Silves por la R124, pasando por Benafim, Alte, S. Bartolomeu de Messines, y sin descanso y a gran velocidad en algunos tramos favorables seguimos pedaleando otras dos horas largas para llegar a Silves, hotel Colina dos Mouros, al atardecer, con casi 140 km en los agotados cuerpos y más de 7 horas de pedaleo.
El buen jantar del recomendable restaurante Tasca do Béné (ciclista él) nos sentó de maravilla y nos fuimos en busca del descanso tras una completa jornada de esfuerzos.