29 abril 2019

Etapa 4. Moura-Beja



La jornada la comenzamos por el asfalto de la N-255 siguiendo el track, interrumpido más adelante por la Albuferia de Pias. Desde Pias el track seguía por una antigua vía férrea abandonada, después por pistas y carreteras secundarias rodamos entre olivares de regadío a una lado, viejos, al otro. Lo seguiamos bien hasta que decidimos dejarlo y buscar Serpa en dirección Sur, sin suponer que eso nos llevaría a dar un rodeo y descubrir la Albufeira de Serpa, que es la Ribeira do Enxoé embalsada, y sorprendernos con la agitación de sus aguas, debido a la presencia de multitud de barbos que en una escasa lámina de agua aleteaban compitiendo por el alimento muy próximos a la orilla. Ni Alberto ni yo supimos captar una imagen buena de ese momentazo.





En Serpa nos encontramos con Julen, que había tenido segunda sesión de fisioterapia y que parecía contrariado porque su rodilla no mejoraba.



SERPA



Una vez cruzado el puente sobre Guadiana, seguimos primero por pista y luego por carretera para pasar por Quintos. En Salvada nos tomamos dos aguas Castelo, la de Moura.



Puentes sobre el Guadiana

Algunos de los miles, centenares, millones (?) de olivos que vimos por el Alentejo


carretera hacia Quintos


El tramo por carretera entre Salvada y Beja fue probablemente el menos agradable de todo nuestro viaje, porque es muy recta, con escaso arcén y tráfico rápido. Para entrar en Beja tiré de memoria de viajes anteriores y llegamos hasta la Confetaria Bejense Luiz da Rocha, donde nos encontramos con Julen, que continuaba su encomiable labor de "coche de apoyo" y nos  acompañó al lugar de alojamiento.



Por la tarde paseamos por el casco histórico, hacia el Castillo (ya cerrado) y la Catedral (con misa). Después buscamos un restaurante que habíamos visto en Google, pero no existía (¡) y entonces un transeunte, con aspecto de contable o registrador de la propiedad (sic) nos preguntó que buscábamos. Amablemente nos recomendó un par de restaurantes cercanos. Como aún era pronto, tomamos algo en un bar de la Praça da Republica, de cuyo minúsculo altavoz brotó el momento musical del viaje al sonar OMEGA -Morente-Lagartija Nick, que dió a paso a un nostálgico repaso de la trayectoria del malogrado cantaor, del flamenco y por ende de otros precedentes musicales del nuevo flamenco.
Finalmente cenamos bien en uno de los recomendados, la Adega 25 de abril, un sitio típico y bastante popular.
 
Maillot de Gravel Café en Beja

La ruta en GARMIN

Etapa 5. Beja-Évora

El Residencial Rosa do Campo (Beja) tiene puntos fuertes, como el edificio o sus habitaciones amplias, con camas grandes y cómodas. También la amabilidad y trato de D.ª Rosa y de su empleada, como recogiendo del tendedero nuestras equipaciones ciclistas y dejándolas dobladas. Aunque también hubo un punto negativo, su desayuno, pobre y vulgar, que desmerecía lo anterior. Es sabido que nada es perfecto.


La ruta sale por el N de la ciudad, primero por carril bici y luego por la carretera hacia el aeródromo, para después adentrarse en caminos entre haciendas ganaderas y como otras veces nuestros afanes acabaron en cancela y alambrada electrificada. Una vez superada  rodamos por el track, hasta que nos despistamos y salimos a una carretera que nos condujo hasta Cuba (café y dulce)

Monumento a los forcados amadores en la entrada de entrada a Cuba

Algunos historiadores defiende que en Cuba habría nacido el Almirante Cristóvão Colon, posiblemente hijo ilegítimo de D. Fernando, Duque de Beja y de Isabel Zarco.

En la puerta del Colon Café, en Cuba

Después de la parada de repostaje en Cuba, la ruta siguió por carretera hacia la aldea de Vila Ruiva y continuó hacia Viana do Alentejo, con alto obligado para fotografiar el puente romano sobre la Ribeira de Odivelas. 
Ponte romano sobre la Riveira de Odivelas






El día se había encapotado y la lluvia no tardó en aparecer, al principio fue suave pero conforme fue entrando la tarde comenzó a arreciar y llegó a ser fuerte. Íbamos descontando kilómetros, pasando por Viana do Alentejo, luego un largo tramo por la N-380 antes de llegar al Polo da Mitra de la Universidad de y Évora y a la localidad de Valverde y de allí al Cromlech de los Almendros. Para entonces el chubasquero Gore-Tex Paclite que me había dejado JO ya se había hecho imprescindible.



palomares




Lo que parecía la finca de un rejoneador, según Alberto,  dentro del mismo cercado había caballos, perros y un toro. Por esta zona del Baixo Alentejo se ve que hay mucha afición a los toros, por la multitud de carteles anunciando festejos.



Julen había preparado un track fuera de carretera, por el campo, atravesando primero un eucaliptal y luego una zona de dehesas para llegar al Cromeleque dos Almedres, que tenía algunos duros repechos y uno complicado, que tuvimos que hacer a pie, mientras una suave lluvia nos acompañaba. Un meloncillo corrió entre los helechos de la última dehesa que cruzamos antes del monumento megalítico. El cielo estaba gris y llovía, con gotas en el objetivo de la cámara, las fotos no pudieron salir mejor.
camino del Cromeleque des Almendres
Alberto fotografiando en Almendres




Por el camino, bastante bacheado, hasta el municipio de Nossa Sra. de Guadalupe bajábamos más rápidos que los coches. Paramos en la entrada del Menir dos Almendres para que Alberto lo visitara; la senda no estaba apta para las bicis y me quedé con ellas debajo de una encina.
Acabamos la etapa por la CM-1075 y la N-114, esta con más tráfico, y llegamos al Hotel Dom Fernando, donde ya nos esperaba Julen, con más de cien km y cinco horas y media de pedaleo, con tiempo y lugar para limpiar las embarradas BH y TREK.


Mis compañeros tuvieron tiempo de hacer un poco de turismo por Évora, mientras yo acababa los quehaceres cicloturísticos habituales (ducha, colada y conseguir el mejor modo de secado). Luego los encontré en el Café Arcada y mi recomendación para cenar fue el cercano restaurante Origens. Bueno para descubrir sabores de cocina alentejana contemporánea. Allí la comida fue diferente a todas las demás del viaje y obviamente el precio, más elevado. Sin comparación con el de los otros restaurantes regionales donde comimos.

27 abril 2019

Etapa 3. Monsaraz - Moura

O de como madrugar para pasear por las ruas desertas de Monsaraz y ver una espectacualar salida del sol sobre el Embalse de Alqueva. Es lo que hizo Julen, que se había tomado con deportividad la decepción de no poder continuar el viaje en bicicleta.
Rápida bajada por carretera desde Monsaraz al puente sobre el Embalse de Alqueva y continuación, también asfalto, hasta el centro de Mourão, donde ya nos esperaba Julen, en la Pastelaria Doce Momentos, para disfrutar de un muy buen desayuno. Después los ciclistas tuvimos ocasión de rodar durante varios kilómetros entre dehesas floridas antes de alcanzar de nuevo otro puente para superar uno de los brazos del embalse de Alqueva. Una vez cruzado, pasando del distrito de Évora al de Beja, intentamos en vano seguir el track, porque de nuevo, cancelas y vallas impendían la entrada en los caminos de las fincas dedicadas al cultivo olivarero. 







Rodamos muchos kilómetros entre olivares y viñedos, principales cultivo de estas ricas tierras agrícolas. Moura es un municipio marcado por la olivicultura, su aceite con DOP, mezcla las variedades de los extensos olivares de la región, está considerado uno de los mejores del mundo. Y  tendremos tiempo de tomar dos "chá preto" en Póvoa de S. Miguel y continuar viaje, cruzando el río Ardila antes de subir a Moura.



Río Ardila

Ponte en río Ardila

 Igreja de São Baptista, Moura, Baixo Alentejo. Templo construido en el s. XVI , en el que destaca su portal manuelino, el campanario y su balcón con altar, usado para celebrar misa para los detenidos de la antigua prisión de enfrente.




Una vez en Moura, ya duchados y almorzados, paseamos por las estrechas calles de su Mouraria, una de las más importantes del país. Entre sus casas blancas de distinguen las típicas chimeneas alentejanas.





De la leyenda de la mora Saluquia es de donde proviene el nombre de la ciudad, primero fue llamada Terra da Moura Salúquia, después Terra da Moura, hasta que evolucionó hasta la forma actual de Moura.





Tras la visita al castillo y sus torres fuimos hasta el encantador Hotel de Moura y en su tranquilo y acogedor salón/cafetería pasamos parte de la tarde, antes de que Julen acudiera a su primera consulta de fisioterapia para tratar a su maltrecha rodilla.


Patío del Hotel de Moura


Fonte de Santa Comba



 Cenamos muy bien en el restaurante "O Vermelhudo" de Moura. Una botella de tinto alentejano y su polvo a lagarerio fueron algunas de las mejores elecciones de todo el viaje gastronómico