30 junio 2019

Baixo Guadiana: aldeas de Castro Marim y Alcoutim

Moinho de Pernadas, donde confluyen las riberas de Odeleite y Foupana
Con la idea de realizar una ruta de setenta km y un desnivel positivo superior a los mil metros, me desplacé en coche hasta Odeleite (a 45' de casa). Al salir de la aldea en dirección a Foz de Odeleite me lancé por la misma carretera donde en 2011 tuve uno de los sustos más fuertes de toda mi trayectoria ciclista. Al final del descenso alcancé una velocidad máxima de 67,5 km/h, similar a la de aquel entonces, sin embargo la circunstancias y sobre todo la bicicleta son otras y esta vez no hubo percance alguno. Al poco me desvío del trayecto previsto para entrar en un camino, fue el espíritu gravel el que me arrastró al conocido sendero que discurre cercano a la ribera de Odeleite y pasa por el moinho de Pernadas.


Recordaba ocasiones anteriores por aquel territorio en compañía de amigos con los que ahora no puedo contar para estos menesteres. Trabajo, lesiones, desgana, pérdida de sintonía, alejamiento o intereses distintos, son algunas de las causas de hacen que ahora haga más rutas en solitario. Aunque no me venció la nostalgia y me dispuse a disfrutar de otra jornada ciclista por el Baixo Guadiana, rodando por los concejos de Castro Marim y Alcoutim.
La primera parte es suave y pedaleando por la carretera paralela al río iba hacia Alcoutim observaba, sobre todo entre Foz de Odeleite y Laranjeiras, que cada vez son más las viviendas que se asientan en las tierras cercanas a la orilla, muchas iniciadas con una tienda o una caravana y que se van ampliando con construcciones de madera o son levantadas directamente con este material.

Avituallamiento en Alcoutim: café con leche y un par de pasteles
En el bar de enfrente había a un grupo de ciclistas españoles que por sus equipaciones supongo que probablemente procedían de Lepe. En su mayoría son "jóvenes jinetes a lomos de espectaculares bicicletas de carretera con cuadros de carbono". Vamos, que no son "de mi tipo". Dejo atrás la villa algarvia y tomo la carretera hacia Corte Tabelião por donde enfrentaré las primeras subidas destacables del día.
GR15 Grande Rota do Guadiana


El tramo hacia la aldea tiene algunas subidas (Barragem, Pinheira, Alcoutenejo) con pendientes de buen porcentaje en las que mi ritmo cardíaco subió hasta las 160 ppm.



Cuando la N-122 se conecta con la IC-27, circulé por el único tramo del todo el recorrido en el que la presencia de coches puede ser molesta. Hasta que en el cruce de Santa Marta y Pereiro giré en esa dirección y proseguí la ruta. Volvía a reinar la tranquilidad, solitarias carreteras entre minúsculas aldeas que permiten vivir la naturaleza y el territorio al cicloturista randonneur.

En Cerro o Serro da Vinha de Baixo
Desde esta pequeña aldea hasta la siguiente, Tesouro, la carretera se presentaba más estrecha, con asfalto rugoso y en algunos puntos con gravilla suelta.




A partir de Tesouro de nuevo asfalto fino para circular en dirección S por un tramo con intenso viento de SE.
Lavadero en desuso cerca de Alcaria Cova da Cima, junto a un pozo donde había refrescado los bidones y también cabeza y manos. Allí tomo un gel en previsión de los km de subida que aún me faltan.

Fonte en Alcaria, con agua corriente (¡) con la que me refresqué por segunda vez
Antes de la bajada a la Ribera da Foupana y la consiguiente subida hasta Soudes, que hice bastante bein, el viento de SE seguía contribuyendo a que la sensación térmica fuera menor que la que marcaba el termómetro del gps. 
Entre Soudes y Furnazihnas hay otro par de repechos exigentes, con porcentaje de dos cifras, que ascendí bien con el 28-34. Estaba deseando llegar a esta última aldea para reponer agua. Era ya la una de la tarde y pedí "garrafa de agua fresca" y el hombre del bar, después de servirla, me pregunta si estoy haciendo la "Via Algarviana". Le contesto que no, que vengo por "estrada", que ahora está demasiado "quente" para moverse por caminos de tierra.

Rotonda en Furnazinhas

Punto final de la ruta
Al terminar era ya hora de comer y quería probar en Casa Merca, un bar-restaurante en el que no había estado antes. No está mal, lo que más me gustó fue el gazpacho, pero el sitio tampoco mejora lo que ofrecen otros de la localidad ya conocidos.

Gazpacho de Casa Meca (Odeleite)
El vídeo de la ruta en RELIVE

23 junio 2019

Pilares mudéjares de Cartaya

Rodando por los caminos de Cartaya me encontré con el Pilar de la Dehesa que hasta ese momento  era desconocido para mí.

Se trata de una bonita e interesante infraestructura hidráulica de época mudéjar (S. XV-XVI) y en la que, hace pocos años, el Ayuntamiento de Cartaya realizó labores de  restauración y puesta en valor,  recuperando así su relevancia histórica y patrimonial.




Interior del segundo edículo



Encontrar el otro pilar que se conserva de aquella época me fue más difícil, pero tras varios intentos conseguí localizarlo durante una salida vespertina. A diferencia del anterior, a este de Mogaya parece que no le llegó la restauración ya que su aspecto actual es de abandono. Aunque su estructura se mantiene en pie, está seca y rodeada de maleza y, además, su emplazamiento se encuentra bastante aislado entre fincas de frutales cerradas con cancelas y altas vallas.

Pilar de Mogaya


Los pilares mudéjares de La Dehesa y Mogaya, son un antecedente de los actuales regadíos de Cartaya.
Cinco siglos después, el aprovechamiento del agua ha cambiado radicalmente. De estas pequeñas obras destinadas al consumo humano y de animales, hemos pasado al desarrollo de mayores infraestructuras hidráulicas, como pozos (demasiados ilegales), balsas, embalses, canales, etc. con las que llevar agua de riego a extensos cultivos, sobre todo frutales, que han transformado tierras de secano en zonas de regadío.
La mecanización de la agricultura ha supuesto mayor productividad y mejores resultados económicos, pero también ha sido la causa de un mayor impacto ambiental, además de una profunda reforma del campo y de la propia sociedad rural.

Actuales canalizaciones en terrenos agrícolas
En muchos lugares se ha primado la producción agrícola sin tener en cuenta el desgaste y la disminución de la calidad del agua y del suelo que se sobre utiliza, sin dar opción a su recuperación. Esto supone la sobre explotación de los recursos, agua y tierra, que podría subsanarse si se invirtiera más en agricultura resiliente.

05 junio 2019

EL RETORNO - DULCE MARIA CARDOSO

Un artículo de Elvira Lindo me puso sobre la pista de esta novela de Dulce Maria Cardoso. Después mi hermana supo que me interesaba porque Ana se lo comentó y me hizo un regalo sorpresa. Cómo veis es un libro que llegó a mis manos gracias a varias mujeres.




El Retorno

243 pags. Editorial LA UMBRÍA Y LA SOLANA 

Traducción de Jerónimo Pizarro

Leer El retorno es oír a Rui, un adolescente que no para de contar, que casi ni respira, que narra el drama de su familia al partir de Angola, días antes de que este país dejara de ser colonia portuguesa y obtuviera su independencia, en 1975. Ese dolor de abandonar la vida, de repatriarse y volver a una metrópoli que solo conoce por historias y fotos, se convierte en una novela llena de memorias recreadas a partir de los más mínimos detalles. La voz de Rui, que se sostiene de principio a fin, que a pesar del momento que vive nunca deja de ser un adolescente con sus preguntas y ansiedades, podría ser también la voz de tantos exiliados, de tantos desplazados, de todos aquellos que, por desgracia, han tenido que dejar su tierra para empezar de nuevo. (Nota de la solapa).

La novela se desarrolla en dos escenarios distintos, primero Luanda, en una Ángola marcada por los convulsos tiempos previos a la independencia del país africano y una segunda parte desarrollada en la metrópoli, el Portugal continental, a donde llegaron más de 400.000 personas (os retornados) que retornaban o huían de la antigua colonia portuguesa. A mediados de 1975 Portugal era un país convulso, desgarrado por sacudidas políticas que a punto estuvieron de llevarlo a la guerra civil en los meses posteriores a la Revolución de los Claveles. Aquellos retornados que fueron alojados en hoteles de lujo de Estoril y que no fueron bien recibidos por los habitantes de la metrópoli.

La historia está siempre contada por la personal voz de Rui, un chico que relata sus años de niñez y adolescencia, a través de pensamientos, sentimientos, anhelos, miedos, silencios y vivencias; hablándonos de él mismo y de otros potentes personajes que pueblan la novela, como su padre, su madre, su hermana, sus amigos y vecinos.
Es literatura donde una oralidad muy acusada, con pocos signos de puntuación, que se manifiesta como un flujo de la memoria Un caudal de dolor y pérdida atraviesa las páginas de esta novela y nos lleva a entender como la historia personal está indefectiblemente marcada por los acontecimientos históricos. Una lectura que contribuirá, sin duda, a conocer mejor Portugal y a sus gentes.

Las cosas que se mueren
no se deben tocar.
Es la elocuente cita de Dulce María Loinaz con la que se cierra el libro.

Contenedores con enseres de "Os Retornados" apilados en el muelle de Alcantara (Lisboa)

Os copio también enlaces a artículos sobre el libro y su autora.

EL PAIS  / ABC, de la  Feria del Libro de Sevilla 2019 donde la autora mantuvo un encuentro con los lectores. / Diario de Sevilla.