Erase una vez un tocón que existía en uno de los senderos habituales de los recorridos por los pinares del Campo Común de Abajo de Cartaya, en el que ¡maldita sea! tropezamos dos veces, con idéntico resultado: caída.
Las nefastas consecuencias del último golpe contra él las he sufrido yo, la más grave: luxación del hombro derecho.
De modo que en cuanto el físico lo ha permitido, fuimos al lugar de los hechos para eliminar el peligro que suponía ese tocón para los bikers.
La historia contada en imágenes

Golpeado por un pedal de la CDF

acabé en el suelo
ESCENA DOS

Muy poco visible al borde del sendero


Al descubierto tras un primer intento de destrucción con martillo y cincel
ESCENA TRES
JA usando su hacha en el segundo intento
JO con su taladro
Atacándolo con ganas
El tocón bastante destrozado como para enterrarlo