25 noviembre 2018

Intervalos nubosos sin lluvia

Dos jornadas en las que encontré huecos para completar más de 112 km de ciclismo gravel por zonas sin asfaltar en las que disfrutar con la CDF. Desde casa, el territorio más propicio son los llamados Pinares de Cartaya
En la primera me moví en dirección Noroeste hacia el Campo Común de Arriba. Era viernes y había bastante actividad por los caminos de Villanueva de los Castillejos, Miramundo y Malatao y la carretera de la Presa del Piedras, sobre todo de recolectores de setas
Ese recorrido es uno de mis preferidos y en época otoñal está especialmente bonito.
Camino de Villanueva de los Castillejos

Camino de Malatao





Acacias espinosas invaden la berma de la HU-3401
La mañana del domingo también se presentaba apta para un paseo en bicicleta. En esa ocasión rodé en dirección Sur por el carril bici, que dejé para dirigirme por el campo hacia la parte alta de El Portil. Allí me encontré con Javier Machuca, que salía a pasear con sus perros. Continué por el campo llegando hasta la orilla del río Piedras. Después de pasar por El Rompido tomé el camino de El Lancón y recorrí el sendero La Turbera, tan encantador por sus ricos olores. Cuando volví al asfalto cambié en dirección Norte y acabé llegando a la Pradera de San Isidro. Tenía mucho ambiente porque allí se corría el Cross Pinares de Cartaya. Allí me acerqué porque participaban Ale y María, los hijos de Paco y Rosa. Me ofrecieron una cerveza que no acepté, aún me quedaba el tramo de vuelta a casa, parte por la carretera de Malpica y parte por el camino hacia El Rincón. Un tipo me comentó que sería el único ciclista que no quería cerveza (claro que no conoce a Julen).




Río Piedras



Con Paco y Rosa, en la prueba de atletismo

Típico almuerzo de domingo: huevo con patatas