Río Seixe, hacia su desembocadura |
Praia de Odeceixe (maravilha) |
Tras el pequeno almoço en Casa Luar tomamos dirección a la playa por la bonita carreterita que sigue el río Seixe hasta el Atlántico, porque creía que mi compañero tenía que conocer la maravillosa Praia de Odeceixe, cuando llegamos en hora temprana de esa mañana de mediados de septiembre aún estaba solitaria.
Después de pasar por João Roupeiro y mostrarle a mi amigo el alojamiento rural donde pasamos muchas de nuestras vacaciones, entramos en Maria Vinagre para seguir hacia Zambujeira do Baixo y continuar el viaje remontando la ribera de Seixe.
Pronto nos encontraremos con una paisaje ennegrecido y triste por el gran fuego del mes pasado. Un territorio campestre que había disfrutado en ocasiones anteriores en mis rutas ciclistas y que ahora mostraba desolación.
Entre lo quemado quedó este prado donde pastaban vacas |
un paisaje desolador |
observando lo que ardió |
Cuando se pasa del concelho de Aljezur al de Monchique, la carretera vuelve a estar asfaltada y por ella llegamos a Foz do Besteiro tras dos horas de pedaleo. Al lado de la calzada hay una casa que parece un bar. Allí un tipo con aspecto hippie está sentado en la terraza comiendo tomates de un plato. Le pregunto si tenía bebidas y dijo que sí. Pedimos un refresco de limón, un café con leche y una botella grande de agua.
Despedida de Nuno |
Después nos dijo que se llama Nuno y que vive allí con una compañera. Recientemente se ha formado una asociación cultural y recreativa, por vecinos de montes cercanos y que se reúnen allí para tocar música, Nuno toca las guitarras. Me admiraba que en aquel apartado lugar del Portugal más rural, sin agua corriente, la gente haya levantado un espacio para el arte. Para nosotros significó un alto en el camino bien aprovechado.
Todavía teníamos por delante el largo ascenso hacia Monchique, que hacemos suavemente, ya que en poco más de 20 km subiremos un desnivel de 400 m y ya era la tercera jornada de nuestro viaje.
En Monchique me dirijo al centro de la villa, concretamente al local que ahora se denomina VELOCHIQUE para comer y beber. Es un sitio agradable, además de restaurante es también tienda y taller de bicicletas.
nuestras máquinas (GENESIS y CANYON) |
Bicis de titanio (Litespeed y Sabbath) de una pareja inglesa |
pedimos dos tostas mistas como esta |
"motivación es lo que te hace comenzar, hábito es lo que te hace continuar" |
(mural interior en Velochique)
La siguiente parte de la etapa fue la más descendente de todo el viaje. Era cuando más necesitaba el plato grande y los desajustes del desviador delantero no me permitían usarlo.
El descenso acaba cuando nos desviamos hacia Silves, por la carretera que durante buena parte va pegada a la Ribeira de Odelouca.
En Silves vimos piragüistas en el río Arade y dejamos atrás la ciudad islámica para ir hasta la estación de ferrocarril, para coger el tren que nos llevaría a Vila Real de Santo Antonio.
Allí coincidimos con los ciclistas que habíamos visto en Velochique, era una pareja inglesa residentes en Chester, que ha llegado hasta Silves pasando por Alferce, aldea de Monchique, y que se apeaban en Boliqueime. Cuando bajaban del tren ayudé a ella y comprobé la ligereza de su bicicleta (sic).
Otro encuentro curioso se produjo casi al final del viaje de tren, con un italiano de 77 años, que lleva siete viviendo en Castro Marim y que nos cuenta que es un cicloturista experto y muy viajado. Algunos de sus largos viajes: Vía Francígena, camino de Santiago hasta Finisterre y después continuó hasta Porto.
India, Sudeste Asiático, etc. siempre en solitario. Lo que me llevó a pensar que todavía, tengo diez años menos que él, me quedan viajes cicloturistas por realizar y que la cuestión es planearlos mejor.
la bici del italiano, made in italy |
otra recomendación de Zé Guerreiro |
spaghetti vongole |
fettuchini calamari c/pistacchio |
La del restaurante Ernesto fue la mejor comida de todos esos días cicloturistas, los platos de pasta y los postres estaban riquísimos.
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