26 diciembre 2020

ROCK & ROLLER o la vicisitud

Cuando dejé el almacén con destino a Bicicletas SuperPrestigio en Valverde del Camino no podría imaginar todas las vicisitudes que me esperaban después de que saliera de la tienda montada en la llanta delantera de la Trek del "Algarvio" el 15 de diciembre por recomendación de Lucas, abandonando para siempre la estantería donde había pasado un tiempo de espera junto a otras colegas.

El primer contacto que tuve con un piso fue de asfalto, por donde circulé unos pocos kms. para acabar de asentarme en la llanta y distribuir bien el líquido sellante, la tarde de aquel mismo día quince. Tras esa sencilla experiencia, fue en mi segunda salida cuando me llevaron al campo, lugar para el que estaba diseñada. Estuvo bien porque el territorio por el que me fui estaba en uno de los mejores momentos del año, después de las recientes lluvias y fue divertido conocer esos atractivos lugares por donde parece que desarrollaré mi labor.

Pero al día siguiente no estaba en condiciones de volver a la naturaleza, ya que me había desinflado por completo y por mi condición de tubeless ready  no fue fácil para el navegante insuflarme aire en su casa, ya que su bomba de pie metía menos presión que la que perdía por la válvula y no conseguía llenarme, de manera que tuvo que desmontarme de la llanta, con cuidado de no derramar el líquido sellante, aunque desafortunadamente se despegó el fondo de llanta y tuvo que acudir a un taller cercano para reponerla. Allí me llevaron también después, para volver a llenarme y lista para rodar, pero entonces no sabíamos que tendría que volver pronto a las manos del mecánico, por error fui montada en contra de la dirección indicada en mi flanco, lo que hacía que las filas de tacos intermedios no estuvieran a favor de la marcha. La segunda visita al taller conllevó nueva cinta en el fondo de la llanta, recolocación de la nueva válvula e inflado hasta quedar bien talonada en la llanta. Ya estaba de nuevo en condiciones de salir al campo.

El 23 hicimos ruta, experiencia corta pero intensa. Pasé por una pasarela de madera y por el cemento del carril bici, espacios duros pero de buen rodar, hasta llegar a la orilla del mar, donde pisar la arena fue una experiencia nueva y con extraordinarias sensaciones. El horizonte inmenso de la playa y el sabor salado del agua. Los granos de arena, fueran húmedos o secos, entrando y pegándose a mi piel me producían cosquilleo en un rodar lento. Para mi suerte la maresía, el sonido y el olor marinos, la brisa y las caricias del mar las tengo cerca de casa.

Otro momento de goce fue cuando regresé a los senderos. Ahora que están plagados de verdes y con el piso asentado y esponjoso me encanta bajar o subir por ellos, es allí donde mis tres filas de dibujos -central, intermedia, lateral- expresan mejor su razón de ser, rodar rápido, con buen agarre en curva y tracción. Por allí las raíces de los árboles son como latigazos en mi espalda y algunas piedras me dan coscorrones. Una presión correcta es fundamental y espero dejar atrás sucesos adversos y no volver a quedarme vacía.

 El aire es lo que me hace completa.

 

 Mi primera salida 😀
 
 👉 en la puerta del taller
💦 en la playa
rebozada en arena 😏

💚👍

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